EDUCACIÓN
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La misa de aniversario de San JoséMaria se celebrará el próximo sábado día 25 en la catedral de Alcalá a las 10:45. Estáis todos invitados.
Autoría: Arturo Garralón | Capellanía de Alborada
20 de junio del 2022
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Se cuenta que un indio encontró un huevo de águila en lo alto de una montaña y lo llevó a su poblado. Allí lo dejó en el corral para que fuera empollado por una gallina. Y tras pocos días el aguilucho nació. A pesar de su aspecto diferente al del resto de polluelos, fue bien acogido en el gallinero. La pequeña cría empezó a imitar al resto de sus compañeros, alimentándose de granos y pequeños bichos de la tierra. Fue creciendo, y aprendió a hacer los pequeños revoloteos que hacían el resto de gallinas. Un día sobrevoló el corral un águila cruzando el cielo. La joven águila del corral se quedó admirada contemplando el porte y grandeza de aquella ave, pero las demás gallinas le aconsejaron no perder el tiempo en falsas ensoñaciones porque ella, como las demás, nunca podría volar así ni salir del corral. El águila frustrada continuó picoteando en el suelo. Este cuento recuerda unas palabras de San Josemaría, cuya fiesta celebramos el 26 de junio: Agranda tu corazón, hasta que sea universal, «católico». No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas
Cuando es abundante y variado el alpiste que se le presenta en el corral, al polluelo le es difícil levantar la vista al cielo. ¿Cómo lograr que los hijos y alumnos aprovechen las oportunidades que presenta nuestra sociedad para sacar lo mejor de sí mismos? Hay unas palabras de San Josemaría que son muy iluminadoras: «Con las personas no podemos ser nunca intransigentes, con la doctrina sí, pero con las personas nunca, nunca…» El papa Benedicto XVI insistió en que es un error tanto la verdad sin amor como el amor sin verdad, porque lo primero produce fanatismo y lo segundo sentimentalismo. La mejor educación es la que promueve que la verdad y el amor vayan de la mano, formando, en palabras de San Josemaría, «almas de criterio», que saben, sin faltar a la caridad, discutir las ideas para descubrir la verdad.
Para que el aguilucho vuele, necesita ver volar a otros. Como decía San Josemaría a un grupo de padres: «no les obliguéis a nada, pero que os vean rezar: es lo que yo he visto hacer a mis padres, y se me ha quedado en el corazón. De modo que cuando tus hijos lleguen a mi edad, se acordarán con cariño de su madre y de su padre, que les obligaron solo con el ejemplo, con la sonrisa, y dándoles la doctrina cuando era conveniente, sin darles la lata«.
Se trata de educar para volar alto en ambos aspectos a la vez, tanto en la búsqueda de la verdad como en el servicio a los demás. ¿Cómo se puede lograr tan difícil tarea? Cada uno debe encontrar el camino, pero el mejor estímulo para el niño siempre será el afecto, el afecto único de la familia, y el afecto del buen profesor.
¿Cómo acaba la historia? El indio que encontró el huevo cogió un día la joven águila, la llevó a un lugar alto, y la animó a lanzarse volando. El águila dudó, pero cuando se lanzó su vuelo fue majestuoso y se elevó en el cielo hasta perderse en el horizonte.
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