Este año se cumple el 450 aniversario de la “la más alta ocasión que vieron los siglos”, la gran batalla en la que combatió nuestro paisano Cervantes. La inferioridad naval de los europeos frente a los turcos era evidente. El Papa no había conseguido aunar a tantos reyes cristianos contra el invasor como quisiera para defender la cristiandad. Pero el Papa santo, Pío V, sí confió, como buen dominico, en la protección de la Virgen. Y al amanecer del 7 de octubre de 1521, de los barcos enrolados en la Santa Liga, cerca de la ciudad griega de Lepanto, y a pocas horas de entrar en liza, se levantó un sonoro murmullo, era el rezo del rosario de unos soldados dispuestos a morir, y que se confiaban a la Madre del Cielo, como quería el Santo Padre de Roma.
Otro papa santo, que todos hemos conocido, Juan Pablo II, se despidió de nuestro país en su última visita, con las siguientes palabras: «con gran afecto os digo, como en la primera vez, ¡Hasta siempre España! ¡Hasta siempre, tierra de María!».
Si hay una fiesta querida para nosotros es la Inmaculada, tanto que empezamos a prepararla nueve días antes. El privilegio de la Inmaculada Concepción nos da la esperanza de que podemos ser librados de todo mal, si contamos con la ayuda de nuestra Madre del Cielo. Siempre seguiremos acudiendo a Ella de muchas maneras: desde rezando con los hijos pequeños, antes de dormir, las tres avemarías, como rezando el rosario en nuestra familia, para superar todos los Lepantos que la amenacen. ¡Qué «más alta ocasión» ¡la Novena de la Inmaculada para pedirle a María su protección siempre sobre los nuestros, nuestras familias y nuestra tierra!
Arturo Garralón
Capellanía de Alborada