Las navidades son unas fechas que nos animan a estar más cerca de los demás. En estos tiempos de superficialidad y conflictos nos olvidamos de la gente e incluso de nosotros mismos, perdiendo el punto donde comenzamos. Por eso, en estas fiestas es cuando más tenemos que preguntarnos: ¿Qué haría Jesús en mi situación?, porque al contrario de lo que muchos piensan, Jesús no es solo una figura, sino que también es un ejemplo que debemos seguir.
No importa lo que digan los demás; siempre hemos de hacer oídos sordos. Nosotros decidimos qué papel realizamos en nuestra vida, y lo tenemos que
hacer con las cartas que tenemos, sin sobrevalorar ni infravalorar nuestras cualidades, ni las de los demás; siempre dando el máximo, con afán de
mejorar y sin juzgar a nadie :“No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros”. (Mateo 7:1-2).
En la cena de nochebuena mientras esperamos los entrantes se suele presentar la escena de algún familiar preguntando por las notas, o por si hay alguna chica… La familia es familia, y la confianza su rasgo natural, por lo tanto, no actuemos y aparentemos lo que nos gustaría llegar a ser, sino esforcémonos para llevar a cabo nuestros propósitos de mejora.
En estas navidades relativicemos las circunstancias, demos valor a las cosas que merecen la pena, mostrémonos tal y como somos y apoyémonos unos a otros abriendo el corazón a cualquier persona que se vea necesitada de cariño y de Fe.