Preparad los caminos del Señor, enderezad sus sendas” (Mc 1,3). La liturgia del Adviento nos propone estas palabras de Isaías –proféticas– respecto a Juan Bautista, como vemos también en el evangelio. El Adviento es una espera y una preparación, no una espera pasiva, sino una preparación para la llegada del Señor.
Celebraremos en la Navidad, precisamente, la Encarnación, el Nacimiento del Hijo de Dios hecho un niño, para nosotros. Ya nos tenemos que ir preparando para contemplar este misterio extraordinario que es una manifestación –sobre todo– del amor de Dios por nosotros, de la entrega del Señor por nosotros. Quien es omnipotente, quien es el Creador, el Infinito, se quiere hacer un niño pequeño para nosotros y por nosotros.